viernes, 26 de enero de 2007

los topos

Los topos me resultan simpáticos y no sé por qué.

Tal vez por ser ciegos.

Tal vez porque siempre huyen, o porque nunca oí de agresiones de topos, no sé.

A esa simpatía contribuyó sin duda la aversión que mi abuelo les profesaba, la vana persecución que les daba.

Mi abuelo creía en la ciencia, en el progreso, que era - para él - el sulfato de cobre con que embadurnaba las viñas o el azufre con que limpiaba los toneles antes de llenarlos. Y para conseguir progreso hay que luchar, digo, pensaba mi abuelo.

Los topos me resultan simpáticos y no sé por qué.

Mi abuelo pertenecía a los ganadores de la guerra, a quienes decían haberla ganado.

Yo sentía haberla perdido, porque los que decían descender de perdedores hablaban de un mundo mejor, qué tonto. Y mi país parecía me horrible. No el país, pero el estado (ahora sé, o digo saber).

Mi país era, de niño, un paraíso de árboles, el huerto, la piscina, los niños, mis perros y caminos que iban a la escuela, una culebra de agua, las sombras de la tarde, y la noche, que hacía el bosque suyo.

Allí un día entonces encontré una mariposa dorada que - llegué a creer - no volvería a ver, pues, tras un largo viaje de tres días y dos noches... mi padre: Abraham y Noé en 2CV, pusimos 1200 kilómetros por medio, de este a oeste. Y las nubes y la lluvia, el frío y la esperanza de volver, que fue menguando.

- Mejor hazte a la idea de no volver a verla

Con el tiempo fui sabiendo que había “rojos” que hacían cosas prohibidas y parecían estar preparando algo (ahora me digo si no sentían algo así como esperar a un mesías).

Y volví. La había olvidado. Bueno, hice como si.

Cuando empezaba a hacerme otro, hubo elecciones 36-b y ganó Pilipo Bonsailes, el país devino moderno.

Entonces, lógicamente, empecé a olvidarlo todo, hasta que oí que olvidar era malo. Desde ya olvido menos y, ay, recuerdo menos. Esto se acaba.

Ahora lo sé: soy un topo, lo devengo. Sé que hay otros en este topal.

Ha días que escarbo sin contención, frenéticamente, esperando encontrar a otro topo, deseando el momento con temor ansioso.

Me pregunto si los topos tenemos memoria (visual, claro).

Esto no tiene que ver con aquello de: “no sé qué tiene esto que ver con los topos” (1), pero es un hecho que me gustan y que comencé afirmándolo.

6 comentarios:

Camilo dijo...

Yo no sé si soy un topo, pero a veces me siento como tal, porque la política no es políticamente correcta. Lo políticamente... es hablar de futbol, de las compañeras, de coches y de las tonterías y chorradas que se nos ocurran. Mmmm. La única diferencia con aquellos años es que entonces en vez de compañeras las llamaban gachises y símplemente tías. No sé si soy un topo pero a veces me siento así; otras veces me veo símplemente burguesito jugando a rebelde.

zalakain dijo...

Hola Camilo, envidia me da lo de burguesito jugando a rebelde.

Camilo dijo...

Si, eso es lo bueno de ser burguesito: que tienes una posición más o menos cómoda. Lo malo es que enseguida se te van los argumentos reivindicativos al suelo. "¡De qué te quejas! ¡Ya me gustaría a mí!"... y tal. Lo de burguesito no quiere decir que no curre y no las haya pasado regular, pero somos el primer mundo, no es muy dificil salir adelante con los años (escepto los que no, claro). Pero cómo le puedo cantar del amor a un chaval que está ganando una mierda y sólo tiene su pareja para olvidarlo. Yo tengo casa, trabajo, hijos estudiando... Me cuesta encontrar cosas que decir en las canciones. Pero no, no lo digo para que me consueles, los que necesitan consuelo son los pobres. Yo me jodo, aquí calentito en mi cuarto. ¡Vaya ladrillo que te he soltado, ja ja!.

zalakain dijo...

Escribir no tiene por qué ser reivindicar, reivindicar no tiene por qué ser quejarse. Yo sé que me quejo, es difícil dejar de hacerlo cuando se nace en la cultura de "quien nl llora no mama". Pero quejarse, en realidad, no arregla nada, como mucho los asuntos propios; y de lo que se trata, al reivindicar, es de los asuntos de todos.

Creo que estamos a punto de darnos cuenta de que para ser ricos no tenemos que competir con el vecino; pronto cambiaremos el chip actual por el de: "enriquece a tus vecinos y vivirás en un entorno rico".

Lo de la envidia del anterior mensaje significa: me alegro por ti.

pensando con el corazon dijo...

Hace días que no entro a visitaros, y me ha sorprendido gratamente lo bien que escribes, en serio.. muy bonito.

Es curioso esto de los topos, como yo veo muy pero que muy poco, y siempre me negué a llevar gafas por la calle (lo sigo haciendo)... en mi adolescencia me pusieron "TOpita" Ja, ja, ja.. nunca me molestó, en serio, porque siempre supe que los TOPOS a los que hay que temer eran otros...

Un abrazo

Sarsillo

zalakain dijo...

Hola mi linda topita!. Es bien curioso, yo también andaba (últimamente parece que ando renunciando a eso) sin gafas por la calle. Es un poblemo porque a veces hay quien cree que le niego el saludo (eso es lo que me está haciendo renunciar). Recuerdo que ponerme las gafas me supuso un enorme esfuerzo de adaptación en la coordinación de movimientos y del equilibrio al caminar; era como si todo estuviese a una distancia diferente a la que la intuición me decía, empezando por el suelo, que parecía alejarse de mis pies y mis pies parecían por momentos pisar en el vacío).

Llegó un momento en que asocié las gafas con la imposición de una manera de ver el mundo y me dije: si quieres dejar de ver el mundo como ellos (?) quieren, quítate las gafas. Me las quité y empecé a buscar (a ellos, ahora me pregunto si existen).