jueves, 31 de mayo de 2007

futuro

Oigo con frecuencia decir que lo importante es mirar hacia delante con ilusión, pensar en un futuro mejor. Hay que ponerse en la mirada la pantalla del futuro. Y también oigo, cada vez más, como si se derivase de lo anterior, que hay que dejar de hablar del pasado.

Vivo en un país que practica la actitud de mirar al futuro, gestionar el presente evitando violencias, desanudando conflictos, desvelando dificultades, comprendiendo problemas, ofreciendo soluciones.

Se trata de un país que funciona con una contagiosa funcionalidad. Y vive permanentemente confrontado a su pasado.

Hoy me voy a liar a patadas con esa dichosa pantalla. A la mierda tu futuro, fantasma. Quiero ver a un líder de la hoy aún llamada derecha pedir un día perdón por tanta atrocidad, tanta ausencia de justicia, tanto olvido forzado, tanto autoolvido. Veo que lo hará, porque es posible pedir perdón sin que lo parezca. Y ahí empezará a curar la herida. Hoy me duele.

Perdona, pantalla, pero esta noche, con tu permiso, te voy a mandar a la mierda.


Las nubes bailan, y la luna

pájaros

A las cuatro y media, los pájaros se han levantado, digo, han empezado a cantar, no sé si porque me he despertado o porque se han despertado; ha sido un buen despertar.

06:58 Tengo que dejar de intentar creer que todo esto es un sueño. ¿Tal vez una cama de fakir?

miércoles, 30 de mayo de 2007

viaje

Blanca propuso a mi anterior yo que refiriera un lugar en el mundo del que tenga un bello recuerdo y eso me ha llevado a la pregunta de cuántos viajes he hecho

La dificultad de la elección de un viaje se deriva de la escasa presencia de viajes en mi curriculum. Soy un tipo poco viajado, sedentario y pusilánime. Y eso que la cosa prometia: ya de pequeñin, mi tio Ramón me hizo saber lo que era un viaje llevándome a Galicia un verano, sin duda para alivio de mis padres y disfrute de mi familia gallega. Sinceramente, de aquel primer viaje no recuerdo nada, sólo la anécdota que cuentan de que cuando vi el cerdo de unos vecinos, grité asombrado: "tito, mira, mira, un perro sin pelos".

Aquel viaje debió de dejarme una buena impresión, porque con el tiempo llegó a convertirse en una de las grandes aventuras el llevar a mi hermana al cañaveral y hacerle pasar entre la maraña de plantas diciéndole que íbamos a Galicia.

Es el caso que, teniendo yo diez años, mi padre decidió trasladar a su familia del lugar donde habia sido fundada (mi lugar de nacimiento, Catalunya) al de su nacimiento, Galicia. Nos metimos junto con el equipaje en nuestro flamante 2CV de segunda mano los cinco de la familia (mis padres, mi hermana, el perro Bobi y yo) y pusimos ruedas hacia el noroeste.

El periplo duro tres días con dos noches. Podria parecer mucho tiempo, pero teniendo en cuenta la potencia del auto, la carga que soportaba y los intermezzos culturales, como la visita a la basilica del Pilar de Zaragoza y otras que recuerdo difusamente, se puede decir que el tiempo empleado no fue excesivo.

Nuestro destino era, como digo, Galicia, región (asi lo llamabámos entonces) para la que todavia no se había puesto en marcha el plan de accesos, por lo que el viaje discurria por una encantadora carretera que se ajustaba amorosamente a las ondulaciones de las montañas de Zamora, lugar que contiene el punto remarcable con el que doy correspondencia a la propuesta de Blanca.

En plena ascension de a saber qué montaña, el coche ya sólo podía ir en primera, porque en segunda se ahogaba el pobre motor, y eso facilitaba la contemplacion de los maravillosos paisajes que se abrian ladera abajo; pero hete aquí que la visibilidad empezó a escasear a causa de una niebla que se hacía más y más densa. Llegó un momento en que no se veía lo que había a un metro de distancia y mi padre optó por detener el auto. La niebla -la nube o lo que aquello fuera- se desplazó y nos dejó el panorama visible; el panorama de la nada, que era lo que había delante del vehiculo, las ruedas junto al borde de la carretera, como pretendiendo abordar la tangente de la curva. La contemplación de aquel paisaje no se me olvidará.

subir y bajar

martes, 29 de mayo de 2007

urbanitas

desencanto


-o el amor como constructo-

eterno retorno


(retierno retoño)

rosas

república digital

Sigo la política espanyola desde la distancia física que le pude anyadir en su momento a la distancia emocional con que la seguía anyos atrás.

Al hablar de "política" me refiero a ese espectáculo mediático (juego, negocio) que disfraza el juego de decisiones con que el país se hace a sí mismo.

Es un poco como hablar de fútbol. Uno sabe que el cotilleo político (el juego de buenos, malos, tontos y listos que nos quieren gobernar y yo les siiiiigo, les sigo la corriente ...) es precisamente esa forma de alienación con que eludimos la política: no hacemos política, nos comemos el pan en el circo y todos disfrutamos, el empresario del circo y nosotros.

Apenas hablo de política -apenas a nadie interesa- y no es lo que ahoraquí hago, estoy cotilleando sobre el circo. Este fín de semana ha habido función. Insisto: sigo las funciones por referencias, no estoy en el ajo.

El que más me gusta es Gallardón. Me parece un tipo elegante, discreto, consecuente, el yerno ideal. No me extranyaría que dejase tras de sí una memoria tan plácida como la de Enrique Tierno.

Cuando escucho decir a José Luís sobre los malos y tontos del PP, experimento decepción. Pero da igual: para mí, apenas algo puede minorar el valor de alguien que nos sacó de esa manera -ole, oleeé- de Irak.

Catalunya anda revuelta, y eso es bueno. Me sabe mal decirlo, pero es lo que creo: ahí están en otro juego, como poco un turno por delante, tal vez un estatuto de autonomía para Espanya en clave Política-2.01.

Euskadi ta askatasuna, andalaostia. Por el referéndum de autodeterminación del País Vasco. Pásalo. Yo tengo un lastre familiar del que -tal vez- me libere tras un referéndum. Sí, claro, es un asunto egoísta, pero tengo que intentarlo.

No lo puedo remediar, soy un sentimental. Comprobar que Pepinho Blanco es el primer y único político con blog como tal funcionante me emociona. Pepinho es encantadoramente sectario. Y además es gallego, como mi padre (y yo por la transitiva: otro lastre :-).

El Pepé es un gallinero lleno de mierda, con perdón de la caca y sus monumentos. Insisto: una mieeeeeeeerda. Ese respaldo popular permite entender por qué hiede al usar ese constructo mental: el pueblo. Bhjhhhhhh (arcadas).

A los rojos nos colgaron el sambenito de comunistas para desactivar la república. Pero nosotros no olvidamos, no cejamos; seguimos en ello; trabajamos en la nueva república digital.



PS: Se me olvidó corregir y poner las enyes, pero así está bien; es una lata eso de andar cambiando la configuración del teclado. Que se sepa. La bandera está hecha con el Gimp. Fuera el PPhotoshopp!. A más tardar el anyo que viene uso sólo Linux

viernes, 25 de mayo de 2007

carta a George W. Bush

yogurt

Que el del capitalismo es el mejor de los posibles mundos es, muy probablemente, un cuentochino, yo así lo creo; pero hay ocasiones en que uno tiene que admitir que vive bien. Quiero aquí rendir homenaje a esas ofertas que nos paradisizan la compra cuando buscamos en los estantes del gran supermercado.

La oferta de hoy es un cubo de plástico, de cierre completamente hermético (!), ornamentado con vacas de aspecto feliz pastando en una verde ladera. El cubo cuesta 0,99 euros y con él te llevas, gratis!, un kilo de yogurt. No es posible comprar el cubo sin más, hay que comprarlo con yogurt, consumir éste, lavar el cubo y ¡listo para el uso!. A decir verdad, sí es posible conseguir el cubo sin yogurt, pero para conseguirlo es necesario comprar otros 9.999 cubos, con lo que la compra se convierte en un problema de más difícil solución que el de la compra del cubo ornamentado y relleno de yogurt.




rodar y rodar

la tarde, el parque, sus habitantes

hierba



Ayer volvía de estar con Sofía, eran las ocho y pico. Había en la atmósfera algo que me hacía quasilevitar, y no era sólo la belleza del declinar de ese día soleado, esa luz que hace sentir la vida como un regalo impagable, no, estaba en el aire, entraba por mi nariz y me llevaba a mi niñez, de vacaciones en la Galicia de mi padre, mi Galicia. La hierba del camino ha crecido y madurado y me ha devuelto a ese sitio sin tiempo donde huele a heno, a heno, a heno.



egopatía

Me pasa de vez en cuando (ergo: con demasiada frecuencia) que me pongo enfermo del yo. ¿Que eso qué es?. Vaya usteasaber. Puede empezar, p.e., con un simple resfriado, asociado (o consecuente) a una reacción a ese alud de polen y pétalos que el mes de mayo trae consigo. Puede decurrir con accesos de fiebre y escalofríos (como esta vez) o no. Siempre, empero, se "soluciona" de la misma forma, a la que da cuerpo mi creencia básica de que la enfermedad se combate con un único medio: sobreingesta.

¿Que cómo se administra?. Muy fácil: considerando toda ingesta como aperitivo para la siguiente. Es algo así como que uno va atravesando territorio enemigo en una locomotora a vapor y el inconsciente grita sin cesar: "más madera", lo que en lenguaje consciente significa "más comida", y todo se vuelve un empujar con comida la comida almacenada en días anteriores, siendo el resultado un sobreesfuerzo intestinal tal que acaba uno comiendo para alimentar al sobreexigido aparato digestivo.

Y ahí empieza la "curación". El ser deviene un magma alimentoide en cuyo seno sobrenadan los digeridos restos del yo, que en esta ocasión han carecido de ese estímulo catalizador que puede ayudar a aliviar la enfermedad, acelerando su curación: el enlace a internet. Sí: condenado a la postración por los mareos de la otitis -tal vez consecuente al rebosar auricular de la comida excedente- y aislado del mundo virtual por mi solicitud de baja del infame proveedor de internet anterior, me he encontrado encerrado en un mí mismo inexistente por digerido. Con esto llegó la solución:

Si no existo, es que estoy muerto y, dado que estoy pensando, entonces, o he resucitado o he nacido (soy otro). Y bueno, resucitado o lo que sea, me he dado de alta en un proveedor llamado Arcor, que me ofrece teléfono, internet y móvil por 45 euros al mes. Y aquí estoy, quienquiera que sea.

PS: La enfermedad tiene caminos inescrutables, con ramificaciones sociales, que están más allá de mi capacidad de explicación (o así lo quiero creer o decir).

miércoles, 2 de mayo de 2007

fuga 5

He recogido la ropa seca, lavado, tendido y planchado. He salido con Tila a pasear por el bosque.

A eso de las doce, ha venido papá con un mensaje.

- Ha llamado el tío Aristólogo. Dice que, cuando quieras, puedes ir a Romiedo, que tiene un trabajo para ti.

- Mhm, gracias

La verdad es que hace algún tiempo que me ronda la idea de volver a Romiedo. Eludir el trabajo es algo que no voy a conseguir, porque todo el mundo está empecinado en proporcionarme uno; en Romiedo, al menos, no estarán mis amigos, que cada día me resultan más extraños y, sin duda, yo a ellos, cada vez más extravagante, más "colgao".

En esta casa me siento libre del infierno urbano, aquí me siento yo mismo. Pero, pasada esa liberación del agobio que siento en la ciudad, casi siempre llega el momento en que la existencia se remansa de forma tal que siento que me agobia la sensación de que no pasa nada. Supongo que es algo parecido a lo que sentían los esclavos cuando eran declarados libres: no sabían qué hacer con su libertad.

Me he sentado a la mesa para intentar continuar con el relato, pero al releerlo me ha parecido completamente soso y sin sentido.

Li Qei está en posición vertical, la cabeza apoyada sobre las manos, los codos anclados al suelo, los pies apuntando al techo de madera. Observa la figura de Eloína, sentada en posición de loto bajo el umbral.

- Voy a volver a Ubaria, Li

- Así es, Flor de Selva

- ¿Sabías que iba a decir esto?

- No, querida

- ¿Entonces?

- ¿Entonces?

- ¿Por qué has dicho "así es"?

- Porque lo has dicho convencida, Flor de Selva

- Así es, Li

Qué aburrimiento. He extendido una manta sobre el suelo y me he tumbado, la espalda arqueada hacia atrás, los codos apoyados sobre la manta. Me acompañan los acompasados golpeteos de un enorme reloj de plástico con forma de despertador de campanas; los gorjeos musicalmente aleatorios de los gorriones, tordos, petirrojos, mirlos ... que pueblan el valle; un sonido rítmicamente puntual producido por las gotas de agua que, cayendo del grifo de la fregadera, impactan contra la superficie de una masa de agua que tiene la forma del vaso que la contiene; el rugido de los motores que, a irregulares intervalos, pasan por la vía principal de la urbanización, emitiendo una típica secuencia de sonidos, según vayan o vuelvan; los ocasionales ladridos de Tila; una filiforme sensación de vacío verdeamarillento en el estómago; el amorfo deseo de recordar el uso por mí conocido de la palabra "Estado", y encontrarlo plasmado en la página en blanco que impasible espera ante mis ojos.

Giro lentamente y me tiendo boca arriba, arrellanando piernas y brazos, y permanezco inmóvil un par de minutos; para desconectarme, escojo el motivo de los algodones: los dedos de mis pies se convierten en fibras de algodón, cada vez más esponjadas, que van rellenando mis pies, mis piernas, la pelvis, el abdomen, el tórax, el cuello, la cabeza. Ya lleno de algodón, me quedo inmóvil, como una momia.

Contemplo el oscuro interior de mi mente y veo mi cuerpo levitando en el centro. Muy lejos de mí, distingo un minúsculo punto de luz, apenas perceptible, que parece acercarse, haciéndose progresivamente nítido. Se acerca a gran velocidad y casi se detiene frente a mis ojos, yo bizqueando al sentir el punto de luz entrar en mí, iluminada mi mente, la luz llena mi cerebro, mi cuello, mi tórax, estoy lleno de luz que rebosa por mi piel.

Súbitamente, la luz se colapsa y sólo dos focos permanecen activos, iluminando los entresijos de mi cerebro; su color torna al verde y se detienen en el centro del escenario, donde comienzan a girar lentamente en torno al otro. Las observo detenidamente y distingo dos figuras humanas enfrentadas, la una siente, la otra piensa, yo soy ambas.. Una articula gestos intentando hacerse comprender, impaciente, ansiosa, creyendo que ese ser de boba sonrisa no comprende; la otra sonríe asintiendo, comprendiendo, amando.

Mis dos figuras se contemplan girando alrededor del eje que las separa y las observo lentamente girar, pensando la una, sintiendo la otra, cada vez más pequeñas, más rápidas, ya apenas las distingo, son sólo dos puntos de luz verde que giran, buscándose y repeliéndose en una carrera circular y, a la velocidad del vértigo que siento, se funden en una imagen minúscula, un destello luminoso que se clava en el centro de mi cerebro produciéndome un agudísimo dolor, tal que no puedo contener las ganas de gritar; cuando ya el chorro de aire comienza a desgarrar mi garganta, abro los ojos y me detengo, estupefacto, las manos asiendo dolorosamente el borde metálico de la litera sobre cuyo colchón estoy arrodillado; litera igual a cada una de las que componen las dos hileras de literas del dormitorio.

Estoy asombrado. Oigo ronquidos; el dormitorio parece un gigante durmiente tenuemente velado por rojas lámparas; desciendo; me siento maquinalmente en el colchón de abajo, me pongo los calcetines y me calzo las botas más cercanas al corredor. Camino sigilosamente hacia un extremo del dormitorio, salgo al vestíbulo; una luz roja ilumina una mesa, sobre la que hay un fusil, y a un soldado sentado, que parece dormir, la cara tapada con la gorra. La puerta está abierta.