Yo soy un charlatán que tiempo atrás pretendió investirse de legitimidad universitaria, pretensión que abandoné definitivamente cuando comprendí que mi pereza sería capaz de ralentizar hasta la quietud al mismísmo primum mobile.
Creo que es muy interesante, y tal vez hasta necesario, todo ese conjunto de investigaciones acerca de la evolución del universo que nos aclara cómo es y cómo se podría haber originado. Acerca de la posibilidad de vida extraterrestre, empero, creo que esas investigaciones son irrelevantes. Lo son para mí.
Observando el mundo se puede ver que no existe nada único e irrepetido. La astronomía, la microbiología, la química, son ciencias que nos muestran constelaciones de entidades diferenciadas con funciones internas idénticas y comportamientos similares.
Llamamos universo a una estructura geocéntrica cuyos límites construimos mediante inferencias a partir de observaciones empíricas. Haciendo una deducción consistente con las observaciones proporcionadas por las ciencias naturales, podemos decir que ese universo es, muy probablemente, una estructura que, o se repite en su exterior, o se encuentra en formas similares más allá de la posibilidad de nuestra observación. De esta afirmación se deriva que existe un número infinito de formas de vida inteligente fuera del universo. Que las haya en el universo debiera ser causa de regocijo.
Propiamente hablando, habría que decir que el universo es una estructura antropocéntrica; un constructo mental que no puede ir más allá de sus posibilidades de exploración.
Le debo esta reflexión a alguien entrañable que, hasta ahora, no es sino una respuesta virtual proveniente de México que se manifiesta así.
Creo que es muy interesante, y tal vez hasta necesario, todo ese conjunto de investigaciones acerca de la evolución del universo que nos aclara cómo es y cómo se podría haber originado. Acerca de la posibilidad de vida extraterrestre, empero, creo que esas investigaciones son irrelevantes. Lo son para mí.
Observando el mundo se puede ver que no existe nada único e irrepetido. La astronomía, la microbiología, la química, son ciencias que nos muestran constelaciones de entidades diferenciadas con funciones internas idénticas y comportamientos similares.
Llamamos universo a una estructura geocéntrica cuyos límites construimos mediante inferencias a partir de observaciones empíricas. Haciendo una deducción consistente con las observaciones proporcionadas por las ciencias naturales, podemos decir que ese universo es, muy probablemente, una estructura que, o se repite en su exterior, o se encuentra en formas similares más allá de la posibilidad de nuestra observación. De esta afirmación se deriva que existe un número infinito de formas de vida inteligente fuera del universo. Que las haya en el universo debiera ser causa de regocijo.
Propiamente hablando, habría que decir que el universo es una estructura antropocéntrica; un constructo mental que no puede ir más allá de sus posibilidades de exploración.
Le debo esta reflexión a alguien entrañable que, hasta ahora, no es sino una respuesta virtual proveniente de México que se manifiesta así.