jueves, 25 de enero de 2007

fúmbol

Yo soy futbolero, para qué voy a negarlo. Siento vergüenza al decirlo, es la verdad, pero ocultarlo es de tontos, sí, me gusta el fútbol. Y aquí me pongo rojo y miro alrededor buscando algún progre censor. Tonterías, los progres ya no existen, yo ya no creo en ellos, ya soy mayorcito, je je :-(

Mi adolescencia estuvo marcada por el mejor de todos, por las hazañas de Johan Cruyff, un tipo que en cada partido inventaba una nueva geometría noeuclídea para el ir del balón, un hombre con carisma enzimático, que convertía las sandías en balones y llegaba a transformar en estelares la cabeza de Manolo Clares y la chepa de Asensi. Una auténtica Virgencita de los Milagros aquel hombre!!!. Confieso que de reojo llegué a admirar la elegancia de Günter Netzer, pero vamos, que donde esté Cruyff ... pa qué hablar ...

Por la mañana me estiraba el cabello pa que me quedase bien lacio, ay, mis ondas ... cogía el macuto y me iba a clase dibujando por la acera pases, asistencias, centros y golazos que aclamaba entusiasmado ante el pasmo de los viandantes que, cuando a punto estaban de chocar con mi cuerpo, veían a éste trazando un eléctrico zigzag que los esquivaba, yo mirando de reojo, cuasi riendo, presumiendo incredulidad.

Después prendía un cigarrillo y me sumergía en la marea de alumnos que afrontaba el tedio obligado. El día del 0-5 fue sin duda más grande que el mismísimo 20-N. Luego vinieron tiempos de esfuerzo y sufrimientos, del pulutant y el quicir, o sea que no, hasta que de nuevo Cruyff, con el Drimtim y el cañón de Koeman, pusieron las cosas donde tenían que estar.

Que despidieran de nuevo a Cruyff fue algo que no pude sufrir. Dejé de fumar. Algo andaba definitivamente mal en el mundo. Abandoné Barcelona por Bigues i Riells, Bigues por Galicia y allí conocí a Ingrid, que cantó para que yo pusiese rumbo a Alemania. Había llegado a creer que ya no me gustaba el fútbol, que todo era una cagada, la corrupción, el GAL y sus muertos, puaj, menos mal que me fui ...

Y aquí llega lo más duro. El novio de Zsuzsa, mi húngara profa de alemán en la Volkshochschule, era de Marruecos, de nombre Abderrahim, natural de Nador, de español impecable hablador. Estaba pirado por el Madrid. Y bueno, el muchacho no tenía por qué ser perfecto... Un buen día, Alexander, mi candidato a cuñado, me cuenta como halagándome: "Madrid ist Europameister geworden". Quise explicarle, pero... bah no pueden entender ... Y otro día cedí a la tentación. Abderrahim grababa todos los partidos del Madrid y me puso uno*. Mientras se veía un gol alucinante, entonaba con deje de locutor !Zinediiiine Zidaaaane!

Y bueno, a mí me gusta el buen fútbol. Y confieso no haber sido fiel. Total, el mundo había cambiado tanto. Pero no hay mal que cien años dure: ¡llego ZP! Y vaya zapateao! ¡ole tus webos! lo de las tropas en Irak y cómo las sacó, ¡eso es lo que a mí me representa, tu arte Zapatero!

¡Y vamos a por la tercera!

Yej camí me guhta er fúmbol. Visca'r Barça manque pierda!

*En casa no teníamos tele, Ingrid es de religión ecologista antirradiaciones y blablá

1 comentario:

Joana dijo...

Muy bueno!.
Hoy me has hecho reir y ya tocaba!.
Un petonet.