domingo, 25 de febrero de 2007

1973


No recuerdo dónde me encontraba el día 11 de septiembre de 1973. Sólo sé que los sucesos que en Chile entonces comenzaron fueron una oscura sombra que cubrió el curso 73-74, una sombra de la que ahora soy consciente, entonces no. A mis quince años, me costaba comprender por qué se hacía tantas veces huelga (que yo disfrutaba jugando a fútbol, con remordimientos promovidos por los líderes estudiantiles, que decían que la huelga era "activa").

Desde luego, algo se estaba quebrando en mí y en el país. Hasta entonces, de una forma más o menos difusa, había asociado a la policía con la idea del bien, pero los vehículos blindados con ventanas de reja (tantos, día tras día), policías con cascos de visera, armados hasta los dientes, me hacían pensar que al bien no le iba todo bien.

Y llegó diciembre del 73. El día veinte se me trastocó por completo la idea del bien. Aquel día se interrumpió la clase, pero no por huelga, sino por fiesta, alumnos y profesores salieron a los pasillos y, abajo, en la cantina, comenzó a correr el cava (entonces lo llamábamos champán) y la música. Habían matado a Luis Carrero Blanco. Gracias a ese nombre me familiaricé con la expresión "presidente del Gobierno" y realicé que había personas que celebraban la muerte de otra. Treinta y tres años después me sigue dejando perplejo aquel espectáculo.

Si lo entiendo bien, en la foto de abajo se ve el auto de Carrero después de haber sobrevolado el techo, en el momento en que comienza la caída por la fachada trasera del edificio. Ciertamente, un fotógrafo muy oportuno y presto ¿no?.



7 comentarios:

Maripuchi dijo...

Curiosas reflexiones haces hoy, Zalacaín.

Y, la verdad, no sé muy bien qué decir. Yo era un bebé cuando Carrero subió a los cielos ... pero sé que mis padres lo celebraron.
Quizá porque a veces, para conseguir la victoria final sea necesario pasar por encima de tres o cuatro.

¿Qué es mejor?

Que yo no lo haga, no significa que no me alegre de algo que hagan los demás.

zalakain dijo...

El post tiene que ver con el uso de esa expresión (y su puesta en práctica) que yo considero contradictoria en los términos: "lucha contra la violencia".

Cuando se habla del final de la violencia en el País Vasco, se habla del abandono de las armas por una organización que mucha gente consideró una ayuda en la lucha contra el régimen franquista.

Organización que considera que sus objetivos todavía no han sido alcanzados.

Es obvio que había gente que celebraba las acciones de la E.T.A. Muchas han dejado de hacerlo. La cuestión está en cómo convencer a alguien que vive esa atmósfera social que conocemos como el "entorno" de la E.T.A. (gente de izquierda que vive en el País Vasco) de que debería identificar a la E.T.A. como su enemigo.

Eso me tiene metido en una contradicción que no consigo aclarar para responder a Naroa en este
foro

Pinkerton dijo...

Alegrarse de la muerte nunca es bueno.
Lo bonito es que por suerte a diuferencia de España donde los etarras cometenatrocidades en Chile, se vive con tranquilidad y Pinochet pudo fallecer en paz y con un funeral multitudinario.

Camilo dijo...

Alegrarse de la muerte nunca es buen síntoma. Indica que el que se alegra necesitaba esa sensación de liberación. Cuando Carrero murió, el régimen murió. Efectívamente no creo que hubiera un odio personal. Pero los que esperábamos un milagro no pudimos más que respirar aliviados. Desde aquella azotéa caía un rayo de esperanza. 34 años de dictadura eran demasiados para nosotros.

Camilo dijo...

...y siento desilusionarte, pero la foto me parece apocrifa. Pasados los años se hizo una reconstrucción y hay una película que reproduce el atentado (Operación Ogro). Y ya puestos, es muy extraño, visto lo que pasó en la T4, que tal cantidad de explosivo (como para lanzar por encima del convento el coche blindado a la antigua usanza) sólo dejase un socavón; eso alimenta la idea de la preparación por ingenieros. ¿Tenía la ETA ese conocimiento? No hace falta que contestéis.

Maripuchi dijo...

Me acabo de dar cuenta que el pedazo de panegírico que escribí esta mañana debe andar volando por la red ... En fin ... trataré de resumirlo ... y de paso, contestar a Pinkerton ...

En Chile se vive tan en paz, como aquí. Para que Pinochet tuviera su multitudinario funeral, muchísimos chlenos tuvieron que morderse la lengua (y otras partes del cuerpo) para no acercarse a su féretro y escupirlo. Los chilenos (y yo lo ví por la tele) salieron a la calle en masa a celebrar la muerte del Dictador. Luego, se alegraron de su muerte. (Los que se alegraran ...digo).
Yo me alegré de su muerte. Y vuelvo a la pregunta inicial ¿soy mala persona por ello?

Esta mañana había escrito casi contestando a Naroa yo misma.

La violencia es condenable. Toda ella. Pero es consustancial con el género humano el ser contradictorio.
Por un lado practicar la no-violencia y por otro, alegrarte de que cuando otro la practica las consecuencias te sean favorables ...

No hay una respuesta válida, Zalacaín. Eso es lo que yo creo.

adelle dijo...

Totalmente deacuerdo con maripuchi, no practico la violencia, ni la considero válida, pero a veces la celebro cuando las consecuencias me son favorables, debo decirlo.
En Chile a pesar de los 16 años de democracia, quedo de manifiesto, cuando murió Pinochet, que algunos salieron a celebrar y otros asistieron al funeral, de cualquier forma digamoslo, esto no fué tranquilo y Pinochet paso a la historia como lo que fuè, Un dictador, un asesino y un ladròn, aunque a muchos les pese.
Si falleció en paz, sólo Dios lo sabe.