martes, 17 de junio de 2008

La bicicleta

Tuve mi primera bicicleta faltando pocos días para cumplir once años, una Orbea que mi padre me compró como regalo de reyes al poco de trasladarnos a Galicia. La disfruté durante tres años, el tiempo que duramos allí.

Recuerdo que al final del tercer año, acabado el curso, mi padre, que había hecho su bachiller por letras, decidió enviarme a un taller de Lalín, un pueblo (hoy una pequeña ciudad) que está a unos treinta kilómetros de Merza, la aldea donde vivíamos. Lo decidió así porque una de las partes de la asignatura de física del cuarto curso de bachiller, que estaba yo por abordar, se llamaba mecánica y, así, con las clases particulares de latín que don Elías, el párroco, me daba, había yo de terminar el verano con una prepreparación envidiable.

Viene esto a cuento porque el viaje a Lalín lo había de hacer en autobús (salía a las ocho) y la vuelta en bicicleta, porque a la hora de salir del taller ya no había autobús de vuelta. Y así fue. El único día que duró aquella instrucción recuerdo haberlo pasado limpiando válvulas y cambiando aceite; hoy lo veo mucho más interesante de lo que entonces me pareció. Recuerdo que al salir estaba muy cansado y que hacía un calor agostante, sobre la bici las rectas parecían interminables, las curvas espirales, y el cantar de los grillos un chirrido coral que me hacía dudar de la realidad, sólo la infinitud de mi vacío estómago me mantenía presente.

Llegué a casa con caminar dubitante, el culo irritado, la cara roja; mamá me puso a comer inmediatamente y el mundo volvió a mí; al poco salí a la calle.

- Manolíiiin, ¿a dónde vas?

- Voy al río, que he quedado con José

- ¡Haz el favor de volver ahora mismo!. Esperas una hora y después puedes ir a bañarte.

- Esperaré una hora en la orilla


Su voz exhortante se iba haciendo progresivamente imperceptible mientras yo pedaleaba hacia el río, a cuya orilla me tumbé media hora larga antes de meterme, convertido en un fluir de hormonas, en el agua.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

... O ellas están muy buenas o yo muy malito.

O ambas cosas.

¿Qué es lo que dice la señora de dentro del coche, por cierto?

zalakain dijo...

Pues la mujer dice algo así como que a partir de ahora irán de vez en cuando en bicicleta (also, das heißt, wir nehmen mal wieder die Räder)