martes, 18 de marzo de 2008

vergüenza (y merecido perdón)

Hace poco tiempo (para mí muy poquito: las unidades de tiempo, a medida que uno se hace mayor, adquieren una dimensión subjetiva progresivamente menor) leí un par de disparates acerca de la diferencia entre la Historia (así, con mayúscula, ese despropósito) y la memoria histórica, en un intento de desacreditar esa tibia legislación reciente que pretende dignificar la memoria de los masacrados y ninguneados por aquella banda armada de majaderos que controlaron el poder en Eppanyia a partir de 1939.

Los posts, de un blog cuyo nombre quiero decir que no recuerdo, se llaman "la media memoria" y "Holocausto y culpa". En el primero, la autora se hace agente de ventas de la moto La Historia, pretendiendo decir que la memoria de los rojos no debe entrar en los Anales Sagrados d'Eppanyia. El segundo va de una pobrecita chica alemana que sufre mucho, porque -dice la autora, no entiendo por qué- se siente culpable del holocausto alemán. Aquí, está claro, se trata de protegernos de quienes pretender abrir los sepulcros y difundir la hediondez del pasado ya superado (por ellos, claro) y evitarnos un dolor similar al de la pobrecita muchacha alemana.

Me ha venido a la memoria esa caquita al leer esta noticia que habla de la actitud valiente de Angela Merkel, una elegante y coherente mujer que, desde las antípodas de mi ideología política, tan dignamente representa a su país. Qué lejos de esa falta de vergüenza ppoppular, de los vendedores de amnesia.




No hay comentarios: