domingo, 8 de julio de 2007

regreso

Subió con dejadez al polisemio inmediato, como quien no quiere y tiene que, sin saber que estaba a punto de volver a hacerlo, o sin querer pensar en ello.

Habían sonado amenazas, que en el éter de la quinta aún vibraban. Los cuervos graznaban por doquier

Y el maíz saltaba en granadas de los carozos al suelo con el baile, las canciones, el alcohol.

De una cisterna la caída del agua inundó el aire de disolventes vibraciones, como falsas y más reales que todo.

De repente sintió alegría. Recordó la iniciación, 37 años antes.

Lo había hecho con miedo, temiendo una mirada delatora que no llegó. Se abandonó por la fuerza del fluir, no por deseo. La ducha vespertina fue una orgía de agua tibia, la retreta un festival de payasos, la noche una nube acogedora que se durmió en el sinfín oscuro.

La oscuridad total.

En el frío centro de la oscuridad, un miasma blando y cálido de tenue fosforescencia verde se perfilaba con rápidos trazos en una lenta figura humana. Un humán parecido a él.

Sin que lo percibiese, se hizo presente la palabra Yo. Era una presencia en pura luz, tenue por momentos, por momentos chispeante.

Empezó a sentirse y a sentir que era él. Empezó a pensarse y existió