viernes, 11 de abril de 2008

(del) amor

- ... que el amor es un constructo ...

La frase me hizo despertar del sopor de la clase y me encontré repitiéndola, enfrentado a la risilla condescendiente del profesor.

- ¿Que el amor es un constructo?

- Pues sí ...

Y soltó una parrafada acerca de la búsqueda hermenéutica del concepto de amor, que si es algo con pocos siglos de existencia, que si la familia y el capitalismo, que nada hay que indique que el amor es algo necesario para la vida feliz, y tal.

Me quedé estupefacto, como cuando me habían dicho que los reyes son los padres, o que dios no existe, si bien ahora era un adulto que creía estar de vuelta. Recuerdo haber mirado hacia los asistentes y encontrado la mirada de una muchacha que, arqueando una ceja, hizo un gesto que venía a decir "que diga lo que quiera, aquí estamos para decir sí".

Después, por la calle, entre paseos y tareas, me salieron las respuestas que no supe allientonces encontrar, quizás porque la frase me había sentado como un pitido arbitral de fuera de juego y tenía menos ganas de replicar que de escuchar los porqués. Las respuestas se fueron resumiendo en un "será un constructo, pero es el más bello de cuantos la humanidad ha hecho, incluido el de humanidad".

Y bien, ese constructo se expresa de formas tan diversas, sinérgicas, agónicas, antagónicas, miserables, patéticas o sublimes, que nombrarlo viene a ser decir nada, o todo. Y probablemente ahí radique su fuerza, como motor del mundo, como herramienta educativa, "engañabobos", diría mi padre.

De amor referido a ella es, en mi caso, hablar de un fluir que elimina la gravedad, de un gozar tal que existir es mucho más que existir, de un dolor que atenaza la garganta y nubla la vista, de una ilusa sensación de eternidad.

Amor a la patria es una mierda que embadurna la conducta y provoca necedad, como levantarse uno, sí, sin saber por qué, el puño levantado cada vez, tres, que el Getafe le mete uno al Bayern.

Será un constructo, sí. Cosas crederedes.

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