El gran reloj de la piazza marcó un cuarto para las doce; volví apresurado a mi bote y remé, sin sentir manos ni pies, laguna adentro. En este silencio, en esta quietud, pensé en mi futuro, en qué futuro podría haber encontrándose secretamente en cafés y teniendo que separarse demasiado pronto. El corazón se deja burlar tan fácilmente y se cree que el sol puede salir dos veces o que las rosas florecen porque nosotros así lo queremos.
1 comentario:
Que buena reflexión, poetica ademas..
Las fotografias estan buenisimas, esa flor roja es de todo, pero todo mi gusto....!!bellísima¡¡
Un abrazo para ti
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