lunes, 5 de enero de 2009

el arroyo



















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2 comentarios:

Rara Avis dijo...

Que envidia ... mira que a mi me encantaría que se helaran los rios, que nevara en cantidad... lástima que no tenga río cercano para verlo helarse y también que pena es que no caiga ni un copillo en mi lugar....

besitos grandotes...

zalakain dijo...

Oh, uno se lo puede tomar de tantas maneras... Yo no puedo dejar de pensar en la caldera de gas calefactando a toda máquina porque no habito un lugar donde (en invierno) pueda pasearme sin ropa ni pudor, todo llegará (qué lugar fantástico imagino el infierno* estos días...).

Podría verlo así, pero es que, ciertamente, es bellísimo; caminando por el parque helado me di cuenta de que el tiempo -ese algebraico constructo que expresa con números nuestra perplejidad ante el cambio- tiene que llegar a su perfección en los polos, ese escenario que debe de invitar a imaginar la detención del tiempo: La Bella Durmiente no podría ser un cuento mauritano, por poner un caso.

*Qué maravilla, ese contacto fonosemántico entre invierno e infierno.

Besotes grandecillos