lunes, 16 de junio de 2008

liberación mediante el trabajo

Hay muchos puntos de contacto entre las sociedades norteamericana y alemana . Los alemanes han aportado a la génesis de los USA grandes cantidades de emigrantes que se han integrado en la vida americana; testimonios de ello son los muchos apellidos alemanes entre los norteamericanos. La admiración alemana hacia el devenir estadounidense puede constatarse, por ejemplo, en la aplicación de la ciencia al manejo de la población trabajadora. Una de las muchas consecuencias de esa admiración es el uso del Zyklon-B, utilizado inicialmente en los USA para fumigar a los inmigrantes mexicanos y prevenir a la población norteamericana contra los agentes infecciosos que los inmigrantes consigo traían, y luego en Alemania para limpiar el país de inútiles.

Esa admiración tiene un momento histórico culminante en el final de la llamada segunda guerra mundial. Los norteamericanos ocuparon la parte occidental del país y procedieron a su reconstrucción, cuya base financiera fue el llamado plan Marshall y se apoyó en la importación masiva de mano de obra extranjera.

Hace poco, en uno de esos innumerables programas que pululan por las pantallas tv de aquí acerca de esos años gloriosos, un arquitecto comentaba la siguiente escena, supongo que en clave de chiste: dos amigos arquitectos en Berlín contemplan el paisaje de edificios destrozados y el uno le dice al otro "dime, ¿no es fantástico?". Y es que, lógicamente, la primera tarea urgente era (re)construir viviendas para pasar con los menos agobios posibles el tradicional fresquito del invierno alemán.

ticket de racionamiento de comida, huertos frente al parlamento

El juicio al pasado nazi que los norteamericanos promovieron en Alemania resultó un escarnio para los más reputados jefes y la posiblidad de reinserción plena para muchos mandos intermedios que la encontraron en el trabajo de reconstrucción del país. Reconstrucción que, en su tránsito al boom/milagro económico posterior, tuvo como líder espiritual a Ludwig Erhard, un liberal encarnizado enemigo ideológico de la socialdemocracia, que creía que la redistribución era la antesala de la ruina. Su sueño era crear trabajo, trabajo!, manejando como señuelo el sueño alemán: comida, ropa, pintura, cemento, materiales para transformar la vida en un mundo de muebles brillantes, lavadoras automáticas que devuelven la ropa seca (!!!) y frigoríficos cada vez más grandes y llenos transportados por calles más y más abarrotadas de gentes que pronuncian la palabra talismán: Auto. Se decía que una herida en la laca del auto era peor que si la mujer se iba con otro.

La adecuada gestión del personal trabajador ya había sido un éxito en la etapa anterior a 1945, cuando se crearon condiciones especiales para la población trabajadora bajo el lema "el trabajo hace libre". Una aportación española -creo- poco conocida al trabajo de la época es la exportación de mano de obra que el régimen de don Francisco F. realizó como compensación de la deuda contraída por España con Alemania durante la guerra civil. Acerca de ello hay un libro publicado, aquí una reseña.
Una aportación harto conocida a la principal actividad alemana en aquellos tiempos -la guerra- fue el envío de la llamada División Azul.

despedida de la División Azul



En la etapa posterior a 1945, la contribución española al trabajo de expansión alemana fue la llegada de 600.000 españoles entre 1960 y 1973, tiempos tan lejanos, de otro siglo.


ceremonia de entrega de un ciclomotor al
"trabajador invitado" número 1.000.000

La palabra Gastarbeiter (trabajador invitado) fue puesta en circulación para designar a los inmigrantes, en sustitución de la palabra Fremdarbeiter (trabajador foráneo), cargada de resonancias nacionalsocialistas. Los Gastarbeiter llegaron a ser, en 1971, un 10,3% de la población trabajadora.

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