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viernes, 12 de enero de 2007

ohsidamios

Aparentemente, entre un ohsidamio blanco y un ohsidamio azul no existe otra diferencia que la del color del pelo: uno tiene el pelo blanco y el otro lo tiene azul.

Los ohsidamios azules son casi siempre azules y, cuando no lo son, casi siempre verdes; en rarísimas ocasiones, amarillos.

Un ohsidamio blanco nunca sería amarillo, aunque lo intentase, o lo pareciese. Han sido descritos casos de ohsidamios blancos que devienen verdes luego de un prolongado e intenso viraje al rojo.

Es necesario agregar, empero, que los estudiosos de ohsidamios mejor reputados descalifican estas descripciones por haber sido obtenidas en condiciones faltas de rigor.

Se entiende, en este caso, como condiciones faltas de rigor las resultantes del intento del observador de devenir ohsidamio, efectuando después una observación introspectiva. Los observadores objeto de esta crítica dicen aproximarse a la esencia del ohsidamio mediante la ingesta masiva del alimento preferido de (todos) los ohsidamios: semillas de cáñamo.

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Como ustedes bien dirán, esto no tiene nada que ver con el terrorismo, que es de lo que se trata ahora.

¿Qué tiene que ver esto de los ohsidamios con la manifestación contra el terrorismo?; ¿Hay algún ohsidamio dispuesto a participar en ella?, ¿qué es un ohsidamio?, ¿Puede un ohsidamio siquiera escribir?, ¿Cuánto tiempo puede vivir un ohsidamio?, ¿Existe alguna relación entre los ohsidamios y el mito de la MammaMutta?.

Son preguntas que encuentro razonables; pero

Repito. Entre un ohsidamio blanco y un ohsidamio azul no existe otra diferencia que la del color del pelo: uno lo tiene blanco y el otro lo tiene azul.

Y por ahora no tengo nada más que decir. Bueno, sí, confirmar que hay notables diferencias entre uno y otro (no apreciables para el observador negligente).

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Érase una vez un ohsidamio azul que creía no tener sexo. Miraba una y otra vez su liso abdomen y preguntaba se: "¿de qué sexo soy?"

Un día salió a la calle. Le pareció ruidosa y le gustó.

Otro día volvió a salir y esta vez no había ruido ni luz. Había decidido salir a buscar un ohsidamio azul, pero sin luz no distinguía nada.

Volvió enseguida y cerró la puerta. Se dirigió al espejo, miró su abdomen, pensó un poco y volvió a salir. Efectivamente, había luz.

La calle estaba llena de ohsidamios, pero ninguno era azul. Los había de todos colores: irritados, esperanzados, sencillos, magistrales, asesinos, ninguno azul. Encontró de nuevo un espejo de columna y se preguntó si el mundo podía haber sido creado.

"Si el mundo evoluciona, entonces yo tengo sexo", se dijo. Y apagó la luz.