Siempre he tenido claro que me quería dedicar a escribir. "Siempre" significa aquí que, desde que era consciente de la necesidad de prepararme para ejercer una profesión (y eso fue algo tardío e incompleto), sentía el deseo de escribir.
Creía que para culminar ese deseo necesitaba algún editor dispuesto a publicar mis escritos. Y eso, aún no sé por qué, se me antojaba un obstáculo insalvable. El mayor obstáculo era, empero, la calidad de los textos, que a mí mismo resultaban ininteligibles.
Hoy sé que la primera dificultad no existe; ya no necesito un editor para publicar lo que escribo. Las únicas barreras que hay son las que yo me pongo. Y veo un camino lleno de obstáculos.