A mi entender, en la cuestión de la E.T.A. hay cuatro bandos y, en consecuencia, seis frentes dialécticos.
Por un lado están los españolistas de la España una grande y libre, que consideran que no ha existido discontinuidad en el pasado y ésta de hoy es la misma España de la dictadura. El sistema político actual (constitución incluida) es resultante del glorioso levantamiento nacional contra las hordas comunistas, anarquistas y judeomasónicas; levantamiento que nos ha proporcionado casi setenta años de paz tan sólo manchados por los atentados terroristas etarras.
Por otro lado están los españolistas progresistas, que consideran que la España actual nació a finales de los años setenta como resultado de un consenso entre las fuerzas políticas mayoritarias. La redacción de la Constitución supone borrón y cuenta nueva: la legalidad vigente es esencialmente diferente de la anterior a 1978 y, consecuentemente, cualquier objetivo político debe pretenderse acatando la legalidad vigente; no son aceptables razonamientos que consideran el ordenamiento político español como una continuación del de la dictadura.
El tercer bando es el de los vasquistas legalistas, que consideran que la España moderna (correctamente hablando: el estado español) es el resultado de una clara ruptura política con el pasado y, con su sistema político, la nación vasca puede darse el marco legal que colme sus ambiciones; la independencia del País Vasco es un objetivo asequible mediante la negociación política sin violencia. Que existan grupos armados que pretendan conseguir su mismo objetivo político es un soporte fáctico (lamentable) que muestra hasta qué punto su objetivo político es legítimo: existen personas que para conseguirlo están dispuestas a recurrir a las armas (lo que ellos desaprueban rotundamente).
El cuarto bando es el de los vasquistas revolucionarios (la E.T.A. y su entorno), quienes consideran que no hay una diferencia esencial entre el actual estado español y el de la dictadura. Se trata de un estado que no ha reconocido ni reconoce el derecho a la autodeterminación vasca, derecho legítimo inherente a toda nación de la Tierra. La liberación de la nación vasca, su soberanía sólo se puede conseguir como la han conseguido todas las naciones ocupadas del mundo: con la insurrección.
De cada uno de los seis frentes dialécticos existentes, a cada uno de estos grupos le son autoevidentes tres de ellos (los que protagoniza como sujeto ideológico colectivo).

Por un lado están los españolistas de la España una grande y libre, que consideran que no ha existido discontinuidad en el pasado y ésta de hoy es la misma España de la dictadura. El sistema político actual (constitución incluida) es resultante del glorioso levantamiento nacional contra las hordas comunistas, anarquistas y judeomasónicas; levantamiento que nos ha proporcionado casi setenta años de paz tan sólo manchados por los atentados terroristas etarras.
Por otro lado están los españolistas progresistas, que consideran que la España actual nació a finales de los años setenta como resultado de un consenso entre las fuerzas políticas mayoritarias. La redacción de la Constitución supone borrón y cuenta nueva: la legalidad vigente es esencialmente diferente de la anterior a 1978 y, consecuentemente, cualquier objetivo político debe pretenderse acatando la legalidad vigente; no son aceptables razonamientos que consideran el ordenamiento político español como una continuación del de la dictadura.
El tercer bando es el de los vasquistas legalistas, que consideran que la España moderna (correctamente hablando: el estado español) es el resultado de una clara ruptura política con el pasado y, con su sistema político, la nación vasca puede darse el marco legal que colme sus ambiciones; la independencia del País Vasco es un objetivo asequible mediante la negociación política sin violencia. Que existan grupos armados que pretendan conseguir su mismo objetivo político es un soporte fáctico (lamentable) que muestra hasta qué punto su objetivo político es legítimo: existen personas que para conseguirlo están dispuestas a recurrir a las armas (lo que ellos desaprueban rotundamente).
El cuarto bando es el de los vasquistas revolucionarios (la E.T.A. y su entorno), quienes consideran que no hay una diferencia esencial entre el actual estado español y el de la dictadura. Se trata de un estado que no ha reconocido ni reconoce el derecho a la autodeterminación vasca, derecho legítimo inherente a toda nación de la Tierra. La liberación de la nación vasca, su soberanía sólo se puede conseguir como la han conseguido todas las naciones ocupadas del mundo: con la insurrección.
De cada uno de los seis frentes dialécticos existentes, a cada uno de estos grupos le son autoevidentes tres de ellos (los que protagoniza como sujeto ideológico colectivo).

2 comentarios:
Acabo de leer en El País: "Se abre ahora una etapa que estará dominada por la lucha policial y judicial contra la banda terrorista, y en la que resulta esencial la unidad de los partidos democráticos, incluido el PNV, que ha de evitar una nueva deriva soberanista." Se concluye que, para poder perseguir a los autores del delito es necesario que el PNV renuncie a su identidad . . . ay ay ay ...
está claro: he ignorado a los otros nacionalistas (catalanes y gallegos), pero creo que no son, afortunadamente, muy relevantes en el asunto.
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